Artes de México

Huellas nocturnas y animales que se transforman

26/04/2020 - 12:00 am

Códices, esculturas solemnes del pasado, fiestas, celebraciones contemporáneas, relatos de cacería y experiencias etnográficas de antropólogos en el México de hoy conforman un retablo donde jaguares, venados y chamanes se entrelazan como los hilos de un textil. Los textos corren a cargo de historiadores, arqueólogos y antropólogos expertos en estos temas, que ofrecen, al atento lector capaz de descubrirlo, una suerte de diálogos que germinan, y recorren transversalmente, fructificando, los tres números de la revista.

Por David Lorente Fernández

Ciudad de México, 26 de abril (SinEmbargo).- Pese a su aparente disparidad temática, las revistas de Artes de México tituladas La búsqueda del venado, Chamanismo y Jaguar –en orden de aparición– pueden leerse como una unidad y, cabría insinuar, como una trilogía. Múltiples conexiones de enfoque y de contenido las relacionan.

Estas revistas nos acercan a cuestiones esenciales de las culturas indígenas mesoamericanas: el chamanismo como sofisticada forma de interceder ante el mundo-otro; y dos animales emblemáticos de México: el jaguar y el venado, ambos de inusitada belleza, pausada elegancia y hoy en peligro de extinción.

Códices, esculturas solemnes del pasado, fiestas, celebraciones contemporáneas, relatos de cacería y experiencias etnográficas de antropólogos en el México de hoy conforman un retablo donde jaguares, venados y chamanes se entrelazan como los hilos de un textil. Los textos corren a cargo de historiadores, arqueólogos y antropólogos expertos en estos temas, que ofrecen, al atento lector capaz de descubrirlo, una suerte de diálogos que germinan, y recorren transversalmente, fructificando, los tres números de la revista. En este sentido, la configuración resultante, la trilogía de figuras mesoamericanas, puede ser leída desde una serie de ejes comunes que son a la vez el andamiaje invisible y la hoja de ruta: conexiones que cruzan y enlazan los temas entre sí, prolongando como en una composición musical los argumentos.

El jaguar es seguramente el animal chamánico por excelencia en Mesoamérica. Foto: Artes de México
El fenómeno del chamanismo es esencialmente nocturno, el jaguar caza en la oscuridad. Foto: Artes de México

METAMORFOSIS

La unidad de los tres números de Artes de México se explicita por la idea de metamorfosis. Chamanes, jaguares y venados son seres que se transforman en los mitos y rituales mesoamericanos. Sus identidades fluctúan, pueden prestárselas a otros seres o derivar en fenómenos asociados. Esta capacidad de transformación nos hace pensar en la facilidad que implica pasar de un dominio a otro. ¿Estamos ante un chamán, ante un jaguar o ante un chamán-cazador convertido en venado? El chamán puede metamorfosearse en los espíritus que lo eligieron como especialista, identificarse con el venado o adoptar la figura de un jaguar depredador. El jaguar, hacerse humano o fusionar su fisonomía con la humana, como en las esculturas olmecas; transformarse en distintos dioses mexicas, vincularse con Tláloc o aparecer como nube de lluvia. El cambiante venado resulta polisémico: se lo asocia con el Sol, la Luna, las grandes serpientes, los cerros, el Dueño de los Animales, Jesucristo, el Rayo, y, como ocurre con el jaguar, las nubes y la lluvia. Esto vincula a ambos animales con el chamanismo: los chamanes suelen velar por la fertilidad y prosperidad de los pueblos propiciando lluvia abundante para los cultivos.

ANIMALES DE PODER Y CONOCIMIENTO

No es extraño pensar al jaguar y al venado como animales de poder o, más específicamente, como animales chamánicos. Se trata de seres que ven la vida que les rodea de una manera particular, no como cualquier otro. Apropiarse de su identidad y de su punto de vista puede resultar al mismo tiempo un fenómeno pedagógico, de aprendizaje para el chamán, pero también un hecho que en sí mismo conlleva el riesgo de la irreversibilidad, el quedar el ritualista jaguarizado o venarizado por el resto de sus días. Uno feroz, el otro en apariencia tímido y vulnerable, ambos resultan peligrosos.

Foto D.R. ©️ Alberto Beltrán, Mito del origen del Sol y la Luna, 1977.
J. Vázquez, 1941. Grabado sobre madera e hilo. Colección Andrés Blaisten

El jaguar es seguramente el animal chamánico por excelencia en Mesoamérica. Tanto en la época prehispánica como en la actualidad es habitual la identificación de diversos ritualistas y hechiceros con el felino moteado para emular sus poderes, recibir su fuerza, obtener astucia o esgrimir el dominio que manifiesta este animal. A los personajes sociales más temidos, gobernantes o ritualistas, se les ha atribuido tradicionalmente la facultad de transformarse en jaguares, poseer un nagual-jaguar u acaparar poder felínico revistiéndose su piel. Con connotaciones diferentes, pero respondiendo a una lógica similar, también el venado resulta un animal susceptible de transferirle sus atributos a los chamanes y cazadores: de proveerles de sus conocimientos secretos sobre la vida del monte que se extiende más allá de los pueblos indígenas, conferirles velocidad o agilidad sorprendentes, o permitirles adoptar una posición de mímesis para acercarse al Dueño de los Animales –en ocasiones un gigantesco venado– y comerciar simbólicamente con él para obtener más piezas de caza.

NOCTURNIDADES MESOAMERICANAS

El fenómeno del chamanismo es esencialmente nocturno, el jaguar caza en la oscuridad y el venado es rastreado en el silencio de la noche. Las revistas tratan un espacio-tiempo nocturno, una dimensión ontológica donde las cosas no son lo que parecen y la falta de luz revela, precisamente, la dimensión “otra” de la realidad.

Los espíritus del otro lado son muchas veces seres de un mundo oscuro, que por ser presolar es primordial, original, ajeno al tiempo presente regido por el astro rey, por eso los ritos chamánicos ocurren en la oscuridad, momento en el que estos seres son proclives a su desenvolvimiento. Además, la noche es propicia a la clandestinidad que suele dominar las prácticas chamánicas, siempre sujetas a la sospecha de tratarse de brujería; y es el momento, además, más adecuado para los sueños.
El jaguar es un depredador nocturno, entrevisto en la espesura, constelada su piel por un diseño de manchas a menudo asociadas simbólicamente con el cielo nocturno: la oscuridad del felino no es solamente comportamental, etológica, sino ontológica, impresa en su ser.

Titulo: Danza del venado realizada por los indios seris y yaquis, Fondo: Archivo Casasola, Autor: Casasola, Lugar de asunto: México, D.F., México, Fecha de asunto: ca. 1945, Proceso: Negativo de película de seguridad.
Jaguar Danza de Tecuanes Acatlán. Foto: Artes de México

El venado, caminante sigiloso, gusta de la noche en su delicado pisar, cuando el silencio y la falta de luz propician su avanzar sigiloso. A veces se lo identifica con la Luna. Los indígenas yaquis de Sonora lo sueñan cuando el venado decide elegir a quienes participarán en su danza, que también podrá celebrarse en un tiempo nocturno…

CACERÍA

Dos cazadores y una presa, que se puede tornar cazador. Chamán y jaguar son, de por sí, entidades depredadoras; se les teme, se les asocia con el peligro de su presencia, con su irascible agresividad. El venado, presa por excelencia, puede revertir su condición y tornarse a su vez cazador, y el cazador en presa. Si el chamán puede conducirse como un cazador, ciertos mitos mesoamericanos auguran un fin del mundo con jaguares descendiendo violentamente del cielo y devorando a los humanos. Los venados pueden ser avatares de seres cazadores o peligrosos seductores ávidos de presas humanas para llenar las entrañas del cerro sagrado.

La búsqueda del venado, Chamanismo y Jaguar se encuentran en nuestro catálogo en línea https://catalogo.artesdemexico.com/

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